La receta de hoy es un clásico en todas las cocinas de nuestras madres y abuelas ya que es uno de los dulces más típicos de la repostería tradicional.. En concreto creo que con esta receta quedan genial porque las rosquillas están blanditas y me resultan bastante ligeras y sabrosas.
Ingredientes
3 huevos
½ vaso aceite de girasol
½ vaso de leche
250g de azúcar
1 sobre de levadura química (16g)
500g de harina
½ ralladura de limón
1 pizca de sal
1 pizca de canela
Para freír:
Aceite de girasol
Ralladura de limón
Para decorar:
Azúcar glas
En un recipiente batimos los huevos con el aceite de girasol, añadimos la leche y el azúcar y continuamos mezclando. Después agregamos la levadura tamizadas, la canela, la sal y la ralladura de limón. Por último vamos a ir agregando la harina tamizándola mientras vamos removiendo la masa, tenemos que conseguir que una cuchara de madera se quede medianamente encajada en el centro, si hace falta añadimos un poco más de harina.
Cuando haya transcurrido el tiempo ya podemos darle forma a las rosquillas para cocinarlas. Nos vamos a cubrir las manos con un poco de aceite para que la masa no se nos pegue, hacemos una bola con un poco de masa y con los pulgares realizamos un agujero en el centro.
Para el siguiente paso yo utilicé un palo de caña (como lo hace mi madre) pero seguro que existen otras alternativas. En una sartén con abundante aceite, ponemos la masa con el agujero y colocando el palo en el centro vamos girándolo para fijar bien el agujero.No hay que pasarse porque podemos romper la masa.
Cuando veamos que están bastante echa les damos la vuelta, tienen que estar tostaditas para que se hagan bien por dentro.
Finalmente espolvoreamos el azúcar glas sobre las rosquillas y ya están listas. Más o menos esta es la cantidad que me salieron a mi aunque parezcan muchas se acaban en seguida.
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